lunes, 5 de mayo de 2014

OBJETOS PERDIDOS



OBJETOS PERDIDOS
Tras el cambio de turno, el funcionario a cargo de la oficina de objetos perdidos, procedió  con diligencia rutinaria a repasar los ingresos efectuados durante el turno precedente. Con cierta desgana repasó con el dedo anular la lista de los efectos consignados. El funcionario constató que en las últimas horas habían traído a la oficina; treintao y ocho paraguas, quince  billeteras vacías -los carteristas sustraían su contenido y las arrojaban en las papeleras-, cuatro patinetes, dos cochecitos de bebé, una dentadura postiza, una silla de ruedas y un brazo ortopédico.
El funcionario, al que nunca se le agotaba su capacidad de sorpresa ante los despistes de la gente, giró página y consultó el capítulo de intangibles. Leyó que quinientas siete personas habían perdido los modales, trescientas doce la vergüenza, ciento cuatro el sentido del ridículo, sesenta y nueve el pudor, cincuenta y cinco la inocencia y, por último -llegado a este rubro, el hombre expelió un suspiro de melancolía-, nueve personas habían perdido la esperanza.

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